sábado, 24 de diciembre de 2011

"VAMPIROS AL SOL" (Capítulo 2 de 6)



El Encuentro

Zhaidy organizaba los libros en los estantes utilizando su innato
sentido artístico (los libros eran su paleta del pintor)
Se decía a sí misma que los libros -como la comida- 
entraban por los ojos y tenía una forma especial de ubicarlos, no sólo por temas sino tomando en cuenta la combinación de colores y figuras de sus portadas y esto hacía que la persona que comprara uno interiormente se
programara para regresar a adquirir el de al lado.
De pronto sintió algo como una comezón en la nuca, esa incomodidad
que produce una mirada insistente. Se dio vuelta con un movimiento
estudiadamente casual y le vio. Ah, otro vampiro, por supuesto.
De vez en cuando (muy de vez en cuando) ocurría uno de estos
encuentros, un cruce de miradas, algo de curiosidad (a distancia
siempre) de parte y parte y finalmente el alejamiento...
Continuó su labor, pero la incomodidad persistía. Él la seguía con la
mirada. Tenía en su mano un libro que hojeaba sin ver. Se volvió nuevamente y sostuvo su mirada. Cara común, nada especial,
cabello entrecano, tez oscura...pero había algo...inquietante en su
mirada (aún para ella). Y mientras su mirada le recorría notó el medallón
en su cuello. 
Se quedó paralizada. Llevaba una camisa negra,
algo desabrochada y allí, sobre su pecho, el legendario medallón.
Con su forma particular. Y aún a esa distancia pudo reconocer los
míticos signos. Sus labios temblaron, él lo notó de inmediato pues
contuvo una sonrisa burlona.
Una tormenta se desencadenó en la mente y sentimientos de
Zahidy: él podría liberarla...si lo decidía, si lo quería.
El Mito estaba frente a ella y era real. Era el único que usaba
(el único que podía usar) ese medallón. Y era el único que podía liberarla
de la maldición., el único que podía volverla humana... de nuevo.
Se le acercó. El la miraba de una forma extraña...que no lograba
descifrar.
-Ese medallón...usted es...
No fue capaz de continuar. El asintió simplemente:
-Sí, así es.
-Y usted...sólo usted puede...
-Puedo...si quiero.
Hizo énfasis en las dos últimas palabras y guardó silencio.
Continuó hojeando el libro, ahora recorriendo las ilustraciones con la
vista, como si de pronto hubieran cobrado gran importancia para
él. Como si estuviera solo.
Zahidy se indignó:
-Usted me miraba.
-Y tú a mi, ¿Y?
-Sabe quién soy.
-Sé lo que eres, no quién eres. Hay una diferencia allí.
-No quisiera...no quise...no quiero ser así. Usted me puede ayudar.
El diálogo se había desarrollado sin contacto visual ya que el
persistía en ver las ilustraciones del libro. Ahora alzó la mirada y
con voz repentinamente ronca ripostó:
-Y a mí... ¿Quién me ayuda?
-Pero usted...
-Sí, nadie lo puede hacer. En realidad...ni lo necesito...ni lo deseo...
Mi estirpe es muy antigua, puedo decirlo con orgullo -Sin embargo
había amargura en su voz, Zahidy lo notó de inmediato -pero yo
tampoco elegí. No elegí por mí... ¿Por qué elegir por ti?
Ella lo trataba de usted, él insistía en un con un dejo de ironía en
la voz. Zahidy, furiosa, le dio la espalda ¿Qué quería? ¿Que le
rogara? ¿Qué podría ofrecerle ella a cambio? La incipiente
esperanza se desvaneció dando paso a una punzante frustración.
Dio la vuelta de nuevo...ya no estaba. Sola otra vez frente a la estantería
sentía, sin embargo, su presencia allí, inquietante, como si algo
de su esencia hubiese sido dejado tras sí.Se acercó a la puerta
con rapidez, miró hacia fuera, por la acera (la calzada), por la
avenida...nada. Ni rastro. Pensó que ya no le vería más...deseando
estar equivocada al respecto...y sin saber que en realidad lo estaba.


Sitio web de la imagen: http://www.paleoastronautica.com/058_siglos_7_8.html

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